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Créditos fotográficos
Las pinturas pertenecen a Gustavo Medeiros y son óleos
sobre tela.
(1) Pictografía 24, op 136, 1976
(2) Cancha de coca, op 589, año 1990
(3) Señoras: véndame op 584, año
1989
(4) Balcones op. 581, año 1989
(5) No hay pan, op 585, año 1989
Fuente
30-60 cuaderno latinoamericano de
arquitectura
http://www.30-60.com.ar |
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Entrevista a Gustavo Medeiros Anaya por Omar
Paris (realizada vía email
en octubre de 2005) para
30-60 Cuaderno Latinoamericano de Arquitectura N°7
Colores,
Editorial i+p, Córdoba.
Gustavo Medeiros Anaya nació en Bolivia y reside
actualmente en Cochabamba. Obtuvo Medalla de Oro por
sus méritos en la carrera de Arquitecto en la
Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de
Córdoba en el año 1964. Como artista plástico
autodidacta, participa en eventos internacionales de
pintura, grabado y textil desde 1963. Autor de importantes
obras de escala urbana y arquitectónica. Director
del Centro de Estudios y Proyectos Nueva Visión.
Catedrático en la Universidad de Cochabamba. Ha
dictado cursos en 11 Universidades de Bolivia, Argentina,
Ecuador, Colombia y Panamá. Ha escrito y publicado
libros y artículos sobre su obra y el pensamiento
arquitectónico, urbanístico y pictórico.
Tanto su arquitectura como su pintura se destacan por
identificarse con el ámbito y la cultura andina.
O.P.
Giancarlo Puppo en el prólogo del libro
de tu autoría titulado "Una visión
pictórica
del ámbito andino" te califica como uno de los
pocos que logra pintar lo latinoamericano "sin folklorismos,
utilizando una visión y una tecnología
contemporáneas". ¿Podrías
decirnos de donde surge tu interés en rescatar
aspectos de la identidad latinoamericana desde tu obra
pictórica?
G.M. Nunca tuve una posición
premeditada en la búsqueda de una identidad, creo
que ella brota natural y espontáneamente, en la
medida en que es auténtica. Ahora bien, cuando
encontré que
la pintura boliviana (en los 60s) tenía
la vertiente de la denuncia social como quien dice vendiendo
bien las imágenes de miseria y explotación,
por una parte y la vertiente de un arte abstracto "per
se", no dudé en revalorar aspectos de la
cultura andina como ser su calidad textil, que corriendo
los años mereció el calificativo de "ancestralismo
abstracto" en la tesis doctoral de Isabel Rith Magni
(actual redactora de la revista alemana Humboldt), quien
encontró similitudes en el enfoque pictórico
de 6 pintores ecuatorianos, 6 peruanos y otros 6 bolivianos,
sin que entre ellos hubiera ningún contacto personal,
salvo la vivencia particular del ámbito andino.
O.P. ¿Qué importancia
le das al color en esta identidad?
G.M. En aquellos años encontré que
el color predominante en los cuadros de denuncia social
era el pardo de la tierra y de la tristeza. Sin embargo,
bajo la luz reverberante de nuestros cielos, los colores
no pueden ser agrisados como la pintura europea de cielos
brumosos. Por otra parte los tintes naturales con que
se tiñen las lanas de los textiles indígenas
son colores directos, puros como los que salen del pomo.
Si bien nuestro paisaje altiplánico puede parecer
pardo, las festividades son plenas de color en la vestimenta.
En el fondo creo ser un optimista en medio de la soledad
del altiplano.
O.P. Ese pardo de la tierra del
que hablás...
En el libro "Arquitectura en Bolivia", decís
que a partir de los años 80 comienza un manejo "consciente
y provocativo" del uso del color por parte de los
arquitectos bolivianos como contraposición al
uso de los colores ligados a los materiales naturales...
G.M. Recién a fines de los 80,
al menos yo, empecé a
usar el color en la arquitectura vinculando estructura-luz-cielo
en contraste con paño ciego-color-montaña.
Aclaro que en la dimensión de nuestras ciudades,
el paisaje de montaña está presente como
al alcance de la mano.
O.P. En ese mismo libro también
hablás
de un cambio en la fisonomía urbana monocromática
de la periferia, derivada del uso del adobe en las casas
populares, por una policromática determinada por
el cambio de tecnología. ¿Cuál es
la relación que evidencias entre las diferentes
maneras de usar el color y la tecnología?
G.M. En los barrios populares de La
Paz, se dio un primer piso en adobe, obra instantánea
y de invasión,
aprovechando el corte de terreno necesario para asentar
la casa en las altas pendientes. Luego el habitante "progresa" elevando
uno y más pisos en ladrillo hueco, que lo irá revocando,
pintando y decorando conforme se vaya consolidando su
bienestar urbano.
En nuestro medio, la tecnología de la construcción
está en etapa absolutamente artesanal, o sea del
mampuesto a mano de albañil. Por tanto el color
y la textura proviene del material visto o del gusto
por el color que se aplique al revoque, al estuco o al
mal gusto de aplicarlo a la piedra y a la teja... Donde
se está haciendo una linda experiencia es
en la revitalización de Potosí, usando
tierras (óxidos) del Cerro Rico para dar color
original y natural a las calles.
O.P. ¿De qué manera
se vinculan tus obras pictóricas con las arquitectónicas?
G.M. Ambas son disciplinas creativas
que incidieron en mi formación universitaria simultáneamente
(los cursos de plástica de Barral, Ferreira Centeno,
Bulgheroni, David, de historia de Marina Waisman, etc).
La pintura es un trasuntar personal de las ideas en tanto
que la arquitectura es compleja por la diversidad de
actores-factores. Si mi pintura surge del ámbito
andino, mi arquitectura se inserta en él. Desde
1989, tengo obras de arquitectura donde el color es protagónico.
O.P. ¿El
caso de la Chiwiña, sería
un ejemplo, no? ¿Hay un por qué racional
para esos colores?
G.M. Sí, esta obra (un centro comercial)
es un ejemplo. Primero la metáfora del toldo o
chiwiña
bajo el cual está la cholita vendiendo naranjas,
segundo el aguayo o sea esa tela multicolor con que lleva
su bulto en la espalda (mercancía, bebé,
lo que sea), tercero un paquete de regalo que se cubre
de un papel de colores, son todas ideas de lo que puede
ser esa caja de compras como centro comercial.
El muro plegado y el techo de Duralit posibilitan manejar
las franjas de colores de una manera racional, siguiendo
ciertas leyes de mayor intensidad en razón inversa
de la superficie, gamas del azul al magenta, etc.
Debo volver a contar la anécdota según
la cual, la Junta de Vecinos pasó carta de protesta
porque los colores ofendían al evocar un ancestral
pasado (campesino) ya superado (urbanista).
O.P. ¿Existe
una "escuela" en relación
al uso del color en la arquitectura boliviana? ¿Reconocés
algunos seguidores?
G.M. Me hacés unas preguntas que merecerían
iniciar una investigación o por lo menos una revisión
de las últimas publicaciones sobre la arquitectura
que se está haciendo en Bolivia. Pero puedo arriesgar
una respuesta diciendo que no existe una "escuela
del color", por lo mismo que el color no forma parte
del ejercicio proyectual durante la enseñanza.
Tampoco reconozco seguidores. Antes bien detractores
que desconocieron el color oficial de los monumentos
gubernamentales en La Paz (período republicano)
y ahora los pintan de ocres como si pertenecieran a la época
virreinal... y por tanto rompen la armonía que
yo había logrado con la inserción del edificio
Anexo al Palacio del Congreso, en tonos de blanco y gris.
O.P. ¿Qué obras
de otros arquitectos te resultan inspiradoras en cuanto
al uso del color y por qué motivos?
G.M. La verdad que no conozco muchas obras de
arquitectos en color, salvo claro está la de Barragán
y de Legorreta en México, la gran mayoría
o trabaja en materiales vistos o en colores muy pálidos.
O.P.
El tema del color, ¿es abordado desde el
Centro de Estudios y Proyectos Nueva Visión? ¿De
qué manera?
G.M. Nuestra primera experiencia al respecto
fue el estudio de color del Centro Histórico (Casco
Urbano Central) de La Paz (1976), que nos permitió descubrir
que los edificios institucionales (palacios de Gobierno,
Congreso, etc) eran de paños blancos y detalles
arquitectónicos (pilastras, molduras, cornisas)
de color gris. Luego los edificios de las clases dominantes
eran monocromos (ocre amarillo) mientras que las casas
populares en los límites del centro eran variopintas,
marcando la propiedad de cada habitante aunque desvirtuando
la unidad del volumen original.
Nuestro último proyecto, el Centro Internacional
de Convenciones en La Glorieta, Sucre, combina el ladrillo
visto, por afinidad al color del Palacio preexistente,
con toques de color azul cobalto, marcando las estructuras
y carpinterías.
O.P. Contanos algo más del
Centro de Estudios y Proyectos Nueva Visión. ¿Quiénes
lo integran? ¿Depende de una universidad? ¿Es
un estudio particular?
GM: Es un estudio particular, nunca dependimos
de instituciones, funcionamos como una consultora de
proyectos urbanos, arquitectónicos, de transporte
urbano, montaje de exposiciones, en fin en todo lo que
se nos ocurría
que podía ser una PROPOSICION con una NUEVA VISION,
a veces anticipándonos a la demanda de una entidad
o cliente, a veces ganando algún concurso.
La conjunción de profesionales ha sido fluctuante
en estos 40 años, en relación a la complejidad
o la inexistencia de trabajos, a las vacas muy, muy flacas
y a las más gordas.
O.P. ¿A pesar de todas
las variaciones que existen... podrías definir
el color de Latinoamérica?
G.M. Imposible definir el color. Sí podría
hablar del colorido que principalmente vibra en las vestimentas
nativas y más aún en las festivas. También
se podría hablar de la predilección de
ciertos colores populares o del uso más culto
del color sobre todo si hablamos del color en la arquitectura.
Por ejemplo, en la cerámica tenemos el color natural
de la arcilla horneada o vitrificada, que posiblemente
es del gusto del indígena y la cerámica
pintada con decoración al puro brochazo de lata
de color industrial con figuras "para el gusto del
turista"... como hablar de flores en el jardín,
en el florero o de flores de plástico.
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