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Muchas personas se preguntan cuánto vale su propiedad
para la venta, o cuál es el valor de aquella a
la que desean acceder, ya sea como vivienda o como inversión.
En general, por motivos afectivos por ejemplo, a la hora
de vender el propietario estima un valor mayor al que
luego puede conseguirse en el mercado.
Por eso, para determinar el precio del inmueble los profesionales
trabajamos con criterios objetivos, que nos sirven de
parámetro para tasar gran cantidad de propiedades.
Uno de los ejes en los que nos basamos es el profundo
conocimiento del mercado y sus variables. Pero además,
se deben relevar una cantidad de datos que tendrán
mayor importancia para la obtención del valor.
Se trata de aspectos muy diferentes que dependen, en
primer lugar, del tipo de inmueble del que estemos hablando.
Si se trata de una vivienda, se deben
analizar aspectos como: la ubicación, las superficies
(cubierta, descubierta y total), la iluminación
natural y las vistas que ofrece, la categoría
de la propiedad y del edificio donde está ubicada,
los servicios con que cuenta, la antigüedad de la
construcción,
el valor de las expensas, la funcionalidad (distribución
interna), la orientación y la oferta competitiva
(es decir, el precio del mercado de otras propiedades
similares).
En caso de tratarse de una oficina:
además de
las variables anteriores, se analiza el tipo de edificio
al que pertenece (hay distintas categorías predeterminadas,
que se denominan clase A, B, C, Apto Profesional, etc.),
las superficies de alfombra, los servicios con que cuenta
la propiedad, el lay-out (distribución) y la cantidad
de oferta competitiva (es decir, el conjunto de m2 vacantes
que hay en el mercado, de productos similares a éste).
Si el inmueble es un local comercial,
además de
los ítems anteriores se debe analizar la cantidad
de metros de frente con que cuenta (vidriera), la ubicación
de la cuadra (en general la derecha según la mano
del tránsito es más valorada por ser la
que tiene mayor visibilidad por parte de los automovilistas,
por ejemplo), los posibles destinos, los valores de renta
posible, la superficie y cantidad de plantas, y las instalaciones.
Y finalmente, cuando se va a comercializar un edificio,
los puntos a tener en cuenta son: la ubicación,
el relevamiento de la oferta competitiva según
características especificas del producto (tipológicas,
metraje, etapa de construcción, servicios).
Luego
se confecciona una propuesta comercial detallando todos
estos datos e incluyendo un análisis FODA (fortalezas,
oportunidades, debilidades y amenazas, tanto del mercado
como del emprendimiento), y relación precio/producto.
Se organiza una lista de precios como sugerencia, indicando
cuáles serán los servicios generales de
comercialización, con sus plazos, honorarios y
documentación necesaria a entregar por el desarrollista,
y comentarios generales.
En base a estos parámetros, se determinarán
distintos valores:
- El valor de tasación, que surge del relevamiento
de la oferta competitiva de igual producto, zona y estado,
y del relevamiento del valor del inmueble históricamente.
- El valor del propietario: es la expectativa que tiene
el dueño del inmueble, ya sea por motivos afectivos
o por lo que invirtió en la compra y/o refacción.
- El valor de publicación: es el precio de lista,
con un cierto margen de negociación.
- El valor real: es el que un comprador está dispuesto
a pagar, que muchas veces no coincide con los anteriores.
El valor que se le asigne a la propiedad debe ser adecuado,
porque si fuese muy alto ésta no se vendería
mientras que si fuese muy bajo, el propietario perdería
dinero. El valor de publicación nos ubicará en
un intervalo imaginario, en el cual competiremos contra
mejores y peores productos.
Lo importante es brindar al
cliente un servicio integral de óptima calidad, acompañándolo
en todos los procesos vinculados a la operación
que realiza.
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