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El Museo del Ladrillo
de La Plata, el primero en su tipo en Argentina
y uno
de los pocos
en el mundo, está abierto al público
desde principio de año. Su edificio centenario
tiene cinco salas, donde se pueden encontrar ladrillos
desde mediados del siglo XIX hasta la actualidad, así como
herramientas, maquinarias antiguas, planos y fotografías
de la vieja fábrica Ctibor, fundada en 1905.
El Museo cuenta tres historias, por un lado describe
la industria ladrillera argentina, la historia de una
empresa familiar de inmigrantes de origen checo -los
Ctibor- que ya va por su cuarta generación.
Por último, habla del nacimiento y crecimiento
de La Plata. Este Museo, Patrimonio de Interés
Municipal desde 2007 y declarado de interés
Provincial, se encuentra en la Calle 514 entre camino
Centenario y camino General Belgrano, Ringuelet.
Desde
este año está abierto al público
el Museo del Ladrillo, una refuncionalización
de las oficinas de la antigua fábrica Ctibor,
fundada en 1905. Se trata del primer Museo del Ladrillo
argentino y uno de los pocos de este tipo en el mundo,
y refiere al elemento por excelencia de la construcción,
material usado desde hace seis mil años.
El Museo
recorre su historia durante doscientos años
-desde mediados del siglo XIX, cuando comienza la industrialización
en Europa, hasta la actualidad-, pero no se limita
a esto: también encierra otras dos historias,
la de una empresa industrial que contribuyó a
la fundación de la ciudad de La Plata, con el
aporte de material al desagüe pluvial de la ciudad;
y la de una exitosa familia checa que formó una
empresa que dirigen desde hace cuatro generaciones,
reflejando el sueño de muchos inmigrantes. Esta
edificación remarca la visión de un pionero,
Francisco Ctibor, que luego de participar en la construcción
de la Torre Eiffel y el Canal de Panamá, llegó a
la Argentina e instaló una fábrica en
la puerta misma de La Plata.
En cinco salas, un recorrido
por tres historias
La llegada al Museo se realiza
a través del
emblemático Camino Centenario, desde donde puede
verse la chimenea de 35 metros de altura y las antiguas
instalaciones del horno Hoffmann. Ya sobre la calle
514, rodeado de un entorno verde se encuentra una vieja
construcción de ladrillo de 250 m2 que funcionaba
como la administración de la fábrica
Ctibor.
El ingreso al Museo se produce a través
de una plaza de polvo de ladrillos acotada por pórticos
de cerámicos contemporáneos. Los nuevos
productos de la firma Ctibor dirigen a los visitantes
hacia la antigua escalera de ladrillos macizos, erosionados
por las pisadas y con el sello Ctibor. Desde una terraza se accede a un flamante volumen
de vidrio de 120 m2,
que hace de hall de ingreso propiamente dicho. Se trata
de un espacio cerrado con un muro cortina de alta tecnología,
una respetuosa intervención sobre el patrimonio
del edificio ya que muestra una clara cisura entre
lo nuevo y lo viejo, evitando confusiones. Desde el
espacio totalmente vidriado -incluyendo el techo- se
accede al pasado a través de una sugestivamente
pequeña puerta de madera.
Esta primera sala,
que introduce al visitante al Museo, es una reconstrucción
de época de las oficinas y cuenta con una reproducción
del escritorio de la antigua administración
de la Fábrica Ctibor. El espacio evoca a la
familia y retrata escenas de la vida cotidiana, que
se entrelazan con decisiones de la actividad empresarial,
destacando a las cuatro generaciones que se hicieron
cargo y llevan adelante la empresa. Este patrimonio
familiar pasa a ser un modelo de historia que podría
abarcar a varias familias platenses de inmigrantes,
que forjaron el crecimiento de la ciudad.
La segunda
sala relaciona los inicios del establecimiento fabril,
desde 1905, con los de la ciudad de La Plata.
La historia y progreso de Ctibor están ligados
al nacimiento y crecimiento de esa Ciudad, a las grandes
obras de infraestructura y construcción de edificios
públicos. La tercera sala desarrolla el proceso
de producción industrializado del ladrillo en
el siglo XIX y los cambios tecnológicos del
siglo XX. Se exponen allí, además, colecciones
de ladrillos históricos, matricería,
maquinarias, herramientas, fotografías, voces
y sonidos -a través de videos- de las primeras
décadas del siglo XX. La cuarta sala honra al
Horno Hoffmann y sus chimeneas, hitos fundacionales
de la planta y el poblado de Ringuelet declarados Patrimonio
de Interés Municipal arquitectónico en
2007. Este espacio describe la última etapa
en el proceso de fabricación del ladrillo, la
cocción. El horno anular de Hoffmann, junto
con la extrusora de Schliekeysen, es reconocido como
una de las grandes y decisivas innovaciones del siglo
XIX en la industria ladrillera.
La quinta y última
sala muestra cómo
es Cerámica Ctibor hoy, cuál es el proceso
de fabricación en la actualidad en un concepto
de la más alta tecnología y la automatización
en serie desde su nueva planta en el Parque Industrial
de La Plata. Se describe la transformación de
la materia prima en ladrillos huecos, utilizando los
cuatro elementos, tierra, agua, aire y fuego. Luego
se sucede una galería semicubierta, donde se
exhiben colecciones de ladrillos con sello Ctibor y
otros que, por su valor histórico, estético
o tecnológico se ganaron un lugar en el Museo.
La Fundación Ctibor tiene un programa de donaciones
de ladrillos de valor patrimonial y que hayan pertenecido
a edificios significativos de todo el país.
En
el subsuelo, bajo el cubo de vidrio,
hay un auditorio para 50 personas que, destinado a
actividades culturales
y presentaciones para profesionales y empresarios.
El Ciclo de Actividades 2010 comenzó recientemente
con la conferencia magistral del Arq. Clorindo
Testa,
quien fue nombrado Padrino Honorífico de la
Institución. Además de la colección
permanente con objetos rescatados de las instalaciones,
el Museo del Ladrillo propone otro tipo de visita cultural,
con exposición de fotografías y pinturas.
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