La
casa corresponde al lugar en el cual se desarrolla
la vida humana. Es el espacio por el
que transitamos cuando la vida nos expulsa del primer
espacio que habitamos: el útero
materno. La casa configura nuestros primeros límites
físicos inmediatos. Es el lugar
donde adquirimos las primeras nociones de profundidad,
color y textura. Empezamos a
distinguir el arriba del abajo, lo cercano de lo lejano,
lo horizontal de lo vertical, lo
luminoso de lo oscuro, lo seguro de lo amenazante. Se
va gestando en este lugar, poco a
poco nuestra identidad, nuestras primeras experiencias
afectivas y estilos vinculares,
nuestra historia personal y familiar. Es el escenario
donde adquirimos los primeros
aprendizajes y nos desarrollamos física, psíquica,
emocional y espiritualmente.
Muchas variables del ambiente
físico, social,
natural y simbólico de la casa y el
contexto donde está inserta intervienen en las
variables psicológicas antes descritas. No
es lo mismo crecer en un lugar protegido y seguro a crecer
en un lugar amenazante y
desabrigado o un lugar violento a uno pacífico
o un lugar caótico a uno ordenado. Tan
solo este hecho podría influir en que dos niños
crezcan con una visión de mundo
totalmente distinta. Eventualmente, el que ha crecido
en un entorno cobijado y libre de
amenazas tendrá, muy probablemente, un estilo
seguro en si mismo y una visión
positiva de los demás y del mundo, mientras que
el que creció en un ambiente
vulnerado e intimidante, probablemente tendrá dificultad
para creer que el mundo es un
lugar seguro y positivo en el cual puede confiar, incluyendo
a la visión que tiene de sus
pares y de sus recursos personales.
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Foto:
Ejemplo de vivienda
Vivienda social
en Izola, Eslovenia
por Ofis Arhitekti
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Un
hogar seguro, es un espacio donde se gestan y retroalimentan,
positivamente las
señales y símbolos que dan lugar a sentimientos
estables de confort, seguridad y
confianza. Esto implica, por ejemplo, a nivel físico:
espacios sólidos, con buenas
terminaciones, construidos con materiales y revestimientos
de calidad, salvaguardados
de las inclemencias del clima y amenazas externas, sin
filtraciones, etc. A nivel social
significa que el espacio promueve la comunicación
y la cohesión del grupo familiar, sin
alterar el desarrollo individual y la privacidad, igualmente
facilita la expresión de
afectos y los cuidados filiales y dispone de cualidades
que moderan tanto el
atochamiento como el distanciamiento entre sus habitantes,
etc. A nivel simbólico el
espacio está cargado de significados que suscitan
experiencias reconfortantes, dado por
la cantidad de luz, el color y el dominio visual de los
espacios interiores y exteriores, a
modo de no aumentar la ansiedad dada por la falta de
vigilancia o control. También será un espacio que ha sido cuna de experiencias e historias
que dan cuenta de una armonía
emocional, libre de experiencias transgresoras como robos
o abusos en cualquiera de
sus formas. El espacio se siente como sólido,
predecible y armonioso, es decir, la
persona logra sentir emociones positivas al permanecer
en éste.
Por otra parte, una casa insegura, carecerá de
muchas de estas cualidades y
contingentemente, estará cargada de elementos
compensatorios ante la sensación de
inseguridad, como por ejemplo: rejas, barrotes, llaves
y cerraduras, perros guardianes,
alarmas, vigilancia, etc.
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Foto:
Ejemplo de vivienda
Conjunto Habitacional Ejército
de los Andes (Fuerte Apache)
en Pcia. de Buenos Aires,
Argentina
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En
una investigación cuantitativa que realicé en
el 2009, sobre satisfacción residencial
desde una perspectiva clínica, en un total de
207 personas de diversos estratos
socioeconómicos en Santiago de Chile, encontré que
la variable "seguridad psicológica",
la cual corresponde a una necesidad humana universal,
depende más de factores
externos y sociales-simbólicos que de factores
físicos. Esto quiere decir que tiene menor
relevancia cuan fuertes y sólidas sean las viviendas,
ya que si éstas están emplazadas en
sectores con alta delincuencia, violencia, tráfico
y adversidad, mayor es el sentimiento
de inseguridad en sus moradores y entonces, mayores son
las conductas ansiógenas en
la habitabilidad, como son el uso y control constante
de cerraduras, alarmas, cautela,
etc., las cuales retroalimentan los sentimientos persecutorios
en las personas,
disminuyendo su calidad de vida y por ende, su salud
mental. Luego, en segundo lugar,
cuando las casas eran vividas como espacios frágiles,
fácilmente corrompibles y
profanables, debido a la calidad de la construcción,
los índices de salud mental era aun
menores (Pierry, 2009).
Se darán cuenta, que existe una lamentable gran
brecha entre las viviendas
(especialmente en viviendas sociales) de los países
de Sudamérica y también de otros
países en nuestro mundo y que la falta de equidad
en los elementos físicos, sociales,
simbólicos de las casas y los barrios en que están
insertas, hace que estos lugares se
transformen en verdaderos úteros donde se gesta
la desigualdad.
Es
por esto, que cuando se trata de diseñar y
construir, no basta con soluciones prácticas
y funcionales o trascendentes hitos artísticos,
la construcción es una ciencia que existe
conforme hay una humanidad que la observa, siente y habita,
así ocurre
inexorablemente.
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Foto:
Ejemplo de vivienda
Vivienda social
en Madrid, España
por MVRDV
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Entonces, el foco de análisis antes de diseñar
y construir ha de ser las necesidades y
deseos humanos. En síntesis, universalmente, los
seres humanos necesitamos:
sobrevivir, relacionarnos y definirnos o encontrar qué hacer-quién
ser; y anhelamos o
deseamos ser: felices, amados y sabios. Si todos necesitamos
y deseamos lo mismo, y la
casa es el lugar donde primero se satisfacen nuestras
necesidades ¿Para qué los
gobiernos permiten que se construya con tal disparidad? ¿Para
qué los arquitectos
diseñan sin considerar al ser humano en su globalidad?
En esta investigación, tras realizar una extensa
encuesta con diversos ítems para evaluar
el grado de satisfacción que el entorno habitacional
ejercía sobre las distintas
necesidades psicológicas, el análisis factorial
me mostró que la casa se utiliza para
satisfacer diversas necesidades psicológicas
y en distintas proporciones.
En
primer lugar la casa se constituye como un escenario
para la satisfacción de
necesidades básicas como son: activarse para realizar
las actividades diarias,
alimentarse, dormir, protegerse del clima, tener intimidad
de pareja y asearse. Del total
de la satisfacción emocional que nos brinda la
casa, cerca de un 37% de nuestra
felicidad con ella, se desprende de la posibilidad que
nos brinda la casa para satisfacer estas necesidades fisiológicas
cuyo objetivo es establecer la homeostasis de nuestro
organismo.
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Foto:
Ejemplo de vivienda
Vivienda popular en
La Boca, Ciudad de
Buenos Aires, Argentina
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En segundo lugar con un 23% de peso, la casa, se establece
como un lugar donde los
seres humanos satisfacemos nuestra necesidad de expresar
nuestra identidad. Esto es, un
territorio donde podemos ejercer libremente nuestra
voluntad, impregnándolo con
nuestro aroma o sello personal e invistiéndolo
con el sentido y los significados que se
derivan de nuestra historia, gustos, intereses, aficiones
y objetivos. En psicología
clínica, la identidad es una variable fundamental,
ya que muchos de los trastornos
mentales y desórdenes conductuales están
asociados a nuestra capacidad para reaccionar
de manera adaptable frente al mundo, lo cual se configura
en base a un sentido estable
del sí mismo y los límites yoicos. No obstante,
este núcleo que se configura en el hogar
y otros espacios desde la niñez, puede llegar
a ser sano o disfuncional. Este estudio,
demuestra que la casa es un espacio que cumple un rol
primordial en la configuración
de la identidad de las personas. Esta es la razón
por la cual las casas deben tener
estructuralmente algo semejante en lo que respecta al
espacio y el tamaño suficiente
para expresar la identidad, no obstante, distinto a nivel
formal y simbólico, ya que si
bien somos tomos iguales, tenemos gustos e intereses
distintos.
En tercer lugar, la casa se funda como un
espacio para ser estimados y valorados, es
decir, para brindar y recibir amor. Las necesidades
de estima y la autovaloración
conforman aproximadamente el 21% del grado total de satisfacción
que nos hace sentir
nuestro hogar. El sentimiento de orgullo y dignidad dado
por los significados que
atribuimos a nuestro espacio es fundamental y es por
ello que buscamos decorar un
lugar y habitar un espacio que sea congruente con nuestro
sentido de auto apreciación o
auto valoración. La vivienda ha de ser entonces,
un lugar digno tanto para nosotros
como para nuestros pares.
A continuación, el análisis factorial arrojó la
necesidad de pertenencia y participación
social, ocupando un 14% de la satisfacción total
con nuestra casa. Esto quiere decir que,
a pesar de que muchas veces utilizamos los espacios para
interactuar con otros,
reunirnos y socializar, en general, utilizamos más
la casa para realizar actividades que
se relacionan más con el mundo de lo privado antes
que lo público.
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Foto:
Ejemplo de vivienda
Vivienda social
en Carabanchel,
Madrid, España
por FOA
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Finalmente, como señalé anteriormente,
tan sólo el 5% de nuestra satisfacción
con
nuestra casa se desprende de la seguridad que nos hace
sentir, ya que si bien es
importante que la casa sea un espacio seguro, por muy
sólido que ésta sea elevándose
como una fortaleza, mientras sintamos que en los alrededores
puedan ocurrir eventos
amenazantes, el espacio difícilmente podrá darnos
mayor estabilidad emocional.
Si todos consideráramos la fuerza de estos resultados
y otros estudios que hay en el ámbito de la psicología ambiental a la hora de
diseñar, probablemente tomaríamos
decisiones distintas a la hora de estimar proporciones
y distribuciones de los espacios
que diseñamos para las personas. Igualmente, nos
detendríamos a conocer y adentrarnos
aun más en el mundo intrapsíquico de nuestros
clientes, sus estilos relacionales,
comportamiento, sus necesidades, anhelos y deseos a futuro,
con el fin de diseñar
buscando que el espacio condicione su bienestar y el
desarrollo integral de su grupo
familiar.
Estos resultados son útiles para todos quienes
están interesados en aportar construyendo
un universo más justo y que desean promover una
nueva manera de habitar, pues la casa
es más que un simple techo o un medio para trascender
mediante un diseño
vanguardista. Es el lugar donde podemos crecer con
salud mental, integridad e igualdad
de oportunidades. Referencias Bibliográficas
Pierry, N. (2009). El SRNP, Cuestionario de Satisfacción
Residencial de Necesidades
Psicológicas: Construcción y validación
en Chile de un instrumento para evaluar la
satisfacción residencial desde una perspectiva
psicológica. Santiago de Chile.
Acerca del autor del artículo
2010 © Por Nicolás Pierry
Psicólogo Ambiental,
Consultor Profesional en Feng Shui,
Magíster en Psicología UC
Contacto
http://www.nicolaspierry.com |