A
partir de la Resolución ENRE 207/95, cuya
aplicación efectiva comenzó a principios
del año 1996, las instalaciones eléctricas
en nuestro país paulatinamente van transitando
el camino hacia los objetivos por las cuales son
ejecutadas. Si bien deben brindar el confort y la
funcionalidad que el usuario requiere, la función
primordial subyace bajo esos aspectos: las instalaciones
eléctricas deben ser realizadas con el fin
de preservar la vida y los bienes materiales.
La
protección de los bienes materiales no debería
ofrecer demasiado problema a los instaladores. La técnica
e inclusive su práctica, siempre les indicó a
los instaladores, la manera de dimensionar correctamente
los conductores activos, las fases y el neutro.
Los
conductores activos se seleccionan con las secciones suficientes
para los consumos que alimentan, y se protegen con interruptores
automáticos y/ o fusibles de calibres adecuados
a los mismos.
La realidad nos muestra un panorama distinto. Las estadísticas indican
que el mayor porcentaje de incendios en la ciudad de Buenos Aires se debe a fallas
eléctricas.
La
protección de la vida humana merece un análisis
un poco más exhaustivo; no sólo por el respeto
que nos debe merecer, sino porque en este caso la técnica
determina los lineamientos, pero la práctica se
comporta de una manera totalmente disímil: Sobre
110 incendios denunciados 37% obedecen a causa eléctrica.
Estadísticas
de electrocuciones. El
principal motivo de esta situación, son
los mitos reinantes entre los instaladores acerca
la función del conductor de puesta a tierra
o tercer conductor en las instalaciones monofásicas.
Las variantes propuestas, escuchadas y ejecutadas
forman un espectro completamente heterogéneo
que intenta definir o descalificar al conductor
de protección con argumentos tales como:
- "Hay
que conectarlo a la canilla..."
- "Como no conduce corriente o no sirve para
nada..."
- "Debe ponerse solamente en la heladera..."
- "Tiene que ser fino...", e infinitas consideraciones o dichos
que pretenden justificar en algunos casos el desconocimiento y en otros -
más grave aún - la negligencia.
Lo
que debería ser la realidad dista mucho de
la visión detallada precedentemente. El adecuado
empleo del conductor de protección o conductor
a tierra asegura la protección, nada más
y nada menos, contra contactos indirectos, en los
cuales una falla de aislamiento podría llevar
a una masa de la instalación a potenciales
peligrosos para la vida humana y animal.
Requisitos
para el conductor a tierra. A
suerte de consideraciones finales podemos listar
los requisitos técnicos necesarios que debe
cumplir el conductor a tierra para lograr minimizar
los accidentes debidos a riesgos eléctricos:
-
Debe ser aislado, bicolor verde-amarillo.
- Debe tener la sección suficiente para poder soportar eventuales
corrientes de falla. El mínimo requerido por la reglamentación
vigente es de 2,5 mm.
- Debe nacer de un sistema de puesta a tierra formal y efectivo, no interrumpiéndose
bajo ningún concepto.
- Deben conectarse a absolutamente todas las masas de instalación
y al tercer borne del tomacorriente.
- Debe complementarse con un interruptor por corriente diferencial de fuga
(disyuntor diferencial).
- Debe tener la misma sección que los conductores de fase en aquellos
lugares que no exista protección diferencial.
Es
tarea social y mancomunada, en la que los profesionales
del sector cumplan y los usuarios exijan, aplicar
estos conceptos en forma sistemática a fin
de alcanzar los objetivos primordiales señalados
para el bienestar común. |