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- CON QUE ILUMINAR
Una
vez que se haya decidido qué iluminar
y cómo iluminar, será el momento
de decidir con qué iluminar.
Se deberá elegir el tipo de lámpara,
el tipo de luminaria y el sistema de control,
si es que se optará por uno. Es recomendable
que la elección de estos elementos se
realice en el orden enunciado.
3.1
- Elección de la lámpara
Actualmente
se cuenta con un extenso rango de opciones en
materia de lámparas: las tradicionales
incandescentes, las incandescentes halógenas,
las de bajo voltaje, las fluorescentes compactas
y las fluorescentes convencionales, y cada una
de ellas en una amplia gama de tipos y potencias.
Al
tomar la decisión sobre la lámpara
a utilizar, se deberá hacer un análisis
de la situación particular para la cual
será seleccionada y tener en cuenta los
siguientes elementos:
- Tipo
de distribución luminosa deseada
- Consumo de energía
- Rendimiento de color
- Temperatura
de color
En
términos generales, el tipo de distribución
luminosa no depende solamente de la lámpara
sino también de la luminaria que la contiene,
ya que esta "modela" el flujo luminoso
de la fuente de diversas formas según
cada necesidad.
Sin embargo, en el caso de la iluminación
de destaque, (haz concentrado) es posible utilizar
fuentes que tienen ya su ángulo
de apertura de haz definido en sí mismas.
Tal el caso de las lámparas
incandescentes tipo PAR, las halógenas dicroicas y
las de espejo metálico.
En el caso de distribución luminosa abierta, sin
duda la fuente ideal es la fluorescente. Si bien en iluminación
residencial el tubo fluorescente convencional tiene una aplicación
limitada, sí en cambio goza de mayor popularidad la versión
compacta.
El
consumo energético reviste una enorme importancia
en estos tiempos. En este sentido, las lámparas
fluorescentes compactas son sin duda las más
indicadas. Lamentablemente en el aspecto decorativo
de la iluminación hogareña, más
precisamente en la iluminación de acento
o destaque, las lámparas halógenas de
bajo voltaje son irremplazables por su capacidad
para lograr haces muy definidos y efectos de luz
muy especiales.
Tanto
en rendimiento de color como en temperatura de
color, toda la gama de fuentes mencionada es perfectamente
apta para la iluminación residencial. Las
lámparas fluorescentes compactas cuentan
con 4 temperaturas de color que cubren la más
amplia gama de necesidades, mientras que las halógenas,
en todas sus versiones, agregan el toque decorativo
con su color blanco intenso de 3100 K.
3.2
- Elección de la luminaria
La
elección de la luminaria implica algunas
consideraciones:
- El
tipo de distribución luminosa
- La función que cumplirá dicha
luminaria
- El sistema de montaje (embutido, de pared, suspendida,
etc.)
- La
apariencia, el estilo y el costo.
Todos
estos elementos deberán ser tenidos en
cuenta y discutidos profundamente con el propietario
de la vivienda, ya que tal como se dijo en la
introducción, será él quien
habite la casa y las luminarias tienen un importante "peso" en
el aspecto decorativo.
También
lo tienen en el aspecto económico, razón
de sobra para que el luminotécnico proponga
diversas variantes antes de especificar marcas
y modelos.
Los
sistemas de iluminación para el hogar son
variados y dependen en gran medida del estilo arquitectónico,
del tipo de construcción, etc.
Un ambiente con cielorraso suspendido es muy fácilmente
iluminable con spots embutidos.
Estos spots pueden cubrir prácticamente
los tres tipos de iluminación: la general, utilizando fuentes de luz "blanda" como
las lámparas incandescentes opalinas o fluorescentes compactas,
la de trabajo, con lámparas más concentradoras y por supuesto
la de destaque con fuentes puntuales.
Permiten realizar un wall washing o bañado
de una pared o un scalloping o festoneado sobre
una superficie vertical (efecto de elipses que se obtiene con una sucesión
de spots en línea ubicados cerca de la superficie). Estos recursos
son muy utilizados no sólo como elemento decorativo sino también
para mejorar en algunos casos la relación de luminancias. (Ver 2.5
- Confort visual)
Todos estos efectos podrán ser logrados con la ventaja adicional
de que la luminaria se encuentra escondida o muy poco visible. Esto constituye
otra de las reglas de oro de la luminotecnia: se ve el elemento iluminado
pero no la luminaria, el elemento iluminante no es protagonista.
Otro sistema "oculto" muy difundido en la iluminación
residencial es el de las gargantas de luz. Esta manera de iluminar en
forma indirecta un ambiente se realiza generalmente con tubos fluorescentes colocados
uno a continuación de otro y ligeramente superpuestos para evitar
las sobras que se producirían entre los extremos de los tubos. Es
un recurso válido para proveer al local de una iluminación
general, pero es aconsejable combinarlo con algún "toque" de
iluminación directa, ya que la reflejada, utilizada como sistema único
produce una sensación de monotonía a partir de la falta de
sombras y contrastes, característica principal de la iluminación
difusa por reflexión.
Cuando
la luminaria se convierte en protagonista es cuando
el aspecto estético ocupa un primer plano;
y no solo el estético sino también
el económico. Es obvio que un artefacto
de iluminación que se encuentra expuesto
se convierte automáticamente en un elemento
más de la decoración del ambiente
razón por la cual debe ser agradable a la
vista, de muy buena construcción y lumínicamente
eficiente, por supuesto.
Dentro
de la categoría de luminarias "no embutidas" se
encuentran los sistemas de iluminación por rieles
electrificados. Esta modalidad ha tenido
mucha aceptación y difusión debido
a la gran flexibilidad que permite. Con el riel
se ha podido dar solución a aquellos casos
en que es necesario iluminar una habitación
en la cual la instalación eléctrica
ya es existente. Un ejemplo de ello son las viviendas
en las que, a falta de un proyecto de iluminación
previo, se ha optado por prever solamente bocas
de luz en las paredes.
El
sistema de rieles puede ser utilizado tanto en
tensión normal de 220 V como en baja tensión
de 12 V.
3.3
- Elección del sistema de control
Al
mencionar al sistema de control se hace alusión
a los variadores de flujo luminoso o dimmers.
Estos elementos cumple la función de "modificar" el
nivel de iluminación pudiendo variarlo
entre máximo y mínimo a voluntad
o bien apagar todo el sistema.
Estos
accesorios van desde el económico variador
de embutir en la caja del interruptor o llave de
luz convencional hasta el más sofisticado
sistema programable comandado por señal
infrarroja.
Esto que parece un suntuario no lo es tanto. Actualmente
existen pequeñas
centrales de costo accesible, que permite programar una serie de escenas,
las cuales quedan memorizadas en el sistema y se activan simplemente pulsando
un botón. Obviamente, los comandados por control remoto no son tan
económicos.
Estos
dimmers, o al menos los relativamente económicos,
son los que accionan "exclusivamente" lámparas
incandescentes, ya que para dimerizar lámparas
fluorescentes se requiere elementos adicionales
que tienen un costo mucho más elevado.
Como quiera que sea, estos sistemas de atenuación tienen
sus ventajas y desventajas.
Es sabido que la vida útil de una lámpara incandescente es
corta y es sumamente sensible a la tensión de aplicación. Con
un 5% de sobretensión la lámpara vivirá la mitad de
lo previsto (~ 500 horas) mientras que con un 5% de subtensión, la
vida de la fuente se extiende al doble. Este es el aspecto positivo del uso
de dimmers.
El aspecto negativo o al menos a tener en cuenta, radica en que a medida
que se atenúa el nivel de iluminación la luz de la lámpara
se torna cada vez más rojiza, lo cual distorsionará los colores
de manera sensible.
Este efecto es sumamente desagradable especialmente en las lámparas
dicroicas, en las cuales precisamente su intenso brillo y luz excepcionalmente
blanca son su principal atractivo.
El
otro aspecto a tener en cuenta es el referido a
la distorsión de los colores causada en
nuestro propio sistema óptico por el desplazamiento
de la curva de sensibilidad del ojo en presencia
de bajas iluminancias (Ver 2.5 - Confort visual)