|
Ver
planos de la obra
Francisco Álvarez es un lugar tranquilo, ubicado
a unos 45 km al oeste de la Capital Federal, que durante
las últimas décadas, al ritmo de la expansión
del área metropolitana, transformó su perfil
agropecuario para convertirse en una zona urbanizada
de baja densidad, caracterizada por la presencia de viviendas
de fin de semana y conjuntos habitacionales privados.
En
este sitio, en un pequeño condominio se proyectó
y construyo la obra, la cual debía responder a
las necesidades de una pareja joven cuya premisa principal
fue tener una casa conceptualmente austera, que
integrara las actividades internas con el exterior y
simplificara
las funciones cotidianas.
Despojada, de lenguaje simple,
se resolvió mediante
operaciones de yuxtaposición entre volúmenes
y planos. Dos prismas, dispuestos en forma de ángulo,
obturan las visuales desde las calles.
Una cinta de hormigón cose
lúdicamente los dos cuerpos otorgando unidad
formal. La ubicación de la escalera en
la rotula formal aseguró, de forma clásica,
la conexión
vertical de manera simple y efectiva.
El leve retranco
de las fachadas de la planta alta disminuyó el impacto
de los volúmenes sobre los lugares
de aproximación, reduciendo sensiblemente la escala.
Funcionalmente, se estableció un contrapunto
entre los lugares para el recogimiento y aquellos dedicados
a la vida social, los dormitorios en la planta superior
y la sala de estar, comedor, expansión y servicios
en la planta baja, una tipología habitual para
viviendas de estas dimensiones.
Sin énfasis sobre lo estructural, la obra oculta
ciertos artilugios necesarios para alivianar
perceptualmente el peso del hormigón.
Gran parte del entrepiso,
conformado por un sistema de losas y vigas cinta, está
colgado por tensores de una superestructura dispuesta
en la terraza, generando una sensación levitación
ante la ausencia de columnas y la continuidad del plano
horizontal. A su vez, los pliegues de la losa, rigidizan
estructuralmente y consolidan este precepto formal.
Las
interfaces más complejas de resolver suelen
ser los huecos, que además de responder a las
exigencias técnico-constructivas deben consolidar
la idea de arquitectura. En este sentido existe un
fuerte contraste entre los aventanamientos exteriores
e interiores
de la casa.
Las ventanas a la calle son de reducido tamaño
o poseen poca transparencia, en cambio las internas al
jardín son amplias y predominan por sobre los
planos llenos.
Mientras las primeras se disponen horizontalmente en
función de la altura de observación y según
el uso de cada local, las otras liberan las visuales
panorámicamente sin direccionamientos.
También se cuidó el diseño del mobiliario
fijo. En la planta baja se dispuso un mueble multifunción
de grandes dimensiones, 2.70 m de alto por 18.00 m de
largo, que soporta simultáneamente sistemas de
audio, video, guardado de vajilla, bodega, guardarropa
y oculta
los equipos de acondicionamiento de aire, a la vez que
alterna e integra las carpinterías.
La tectónica se trató siguiendo un criterio de
simpleza con reminiscencias del pasado y lo natural.
Todos los paramentos se revistieron con revoques texturados,
piedra natural y madera de guayubira.
Tanto en el interior
como en el exterior se limitó la variedad de pisos, cemento
micro alisado y entablados de incienso, cada uno en plantas
diferentes. Se construyeron tradicionales cielos armados
de yeso y el hormigón se dejó visto.
El estudio
de las condiciones climáticas y de
asoleamiento se considero en el proyecto de los elementos
pasivos de control solar y de los sistemas
térmicos,
a fin de asegurar el confort deseado.
La casa propone
diferentes interpretaciones, sin caer en posturas extremas
sobre dogmas teóricos, sean
estos estéticos, funcionales o tecnológicos.
Planos
Realice click en los links para ver los planos.
[1] Planta
baja
[2] Planta
alta
[3] Corte
A
[4] Corte
B
[5] Vista
noreste
[6] Vista
noroeste
[7] Vista
suroeste
Imágenes
Realice click sobre las imágenes para ampliarlas.
|