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Decks, pérgolas, gazebos, jardines
verticales, cascadas, estanques, ambientaciones y mucho
más, son los elementos simples o compuestos de
diseño
que recrean los espacios exteriores en nuestro presente.
El diseño y ejecución en el espacio exterior
tiene como ámbito de acción el medio natural,
el medio urbano, los espacios exteriores mínimos
o máximos que nos rodean o nos pertenecen, así como
los edificios y su entorno inmediato.
Todos estos elementos comenzaron
a ser sumamente aprovechables y se integran con el fin
de relacionar conocimientos, sensibilidad y experiencia
para ofrecer soluciones de calidad en el aprovechamiento
personal, grupal, visual, estético y tangible.
Para su manejo se necesita un planeamiento en cuanto a su factibilidad y un
análisis en el diseño mismo, con infinitas variables posibles,
que mejoran sin lugar a dudas la calidad de vida, la salud, el bienestar
humano y ecológico y que finalmente, recrean un ambiente diseñado,
habitable, útil y disfrutable.
Las posibilidades son infinitas, y todos los espacios, sin distinción
de tamaño, forma y ubicación, son distintos entre sí pero absolutamente
todos tienen amplias posibilidades de ser transformadas en un espacio estético
y funcionalmente aprovechable.
Nuestros hogares y ámbitos laborales se han vuelto más y más
importantes, la conciencia sobre los espacios exteriores y su valor se han
comenzado a valorar y ponderar, hay una necesidad importante de tener espacios
de naturaleza alrededor nuestro en grandes o pequeñas cuotas.
La tarea del diseñador/ejecutor es compuesta: interpretar
los deseos y necesidades del cliente, adecuarlos a las condiciones del espacio
exterior y contemplar un presupuesto razonable.
Las premisas son varias, que sea bello, funcional, práctico, perdure
en el tiempo y que esté en armonía con el entorno.
Mucha de la
materia prima a considerar para la ejecución es material vivo y en constante
cambio.
La cantidad de estilos, combinaciones de las corrientes culturales
que fueron conformando la historia del diseño del paisaje no es menor
y debemos sumar a esto, el deseo personal con todas sus variables en función
de la vista en sí misma, así como en la utilización del
mismo.
Como en muchas ramas del arte, lo autóctono está prevaleciendo.
Si el entorno lo demanda, se rescatan esas especies antes ignoradas que,
sumadas
al diseño en su más amplia definición y a nuestra arquitectura,
costumbres, van delineando un estilo más vernáculo, nativo.
Grandes y pequeños jardines, parques de estancias y chacras, balcones,
patios, terrazas, paredes, vistas y otros, son los escenarios a transformar.
Diseñar y ejecutar un espacio exterior es crear, conmover, complacer,
es definir un hábitat personal dentro de un todo, es encontrar aquellos
elementos apropiados que sumados y ensamblados nos introducen en un clima distinto
donde estar, contemplar y vivir.
Ningún espacio exterior es igual a otro, ninguna mirada sobre las proyecciones
en él es igual a otra.
Cómo nos sentimos y cuál es el sentido del hábitat
en sí mismo a recrear, tiene que ver con valores sensoriales, culturales y
con las proyecciones personales que cada uno quiere poner para sí mismo y para
los demás que lo compartan.
Interpretar todas estas cuestiones, medir
las posibilidades, revisar y solucionar los impedimentos, plasmar, rever y
reinventar son la ecuación del éxito una vez ejecutado el proyecto.
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