[Por arq.
Fernando Domínguez] Hoy
iniciamos con esta primera parte, el tratamiento
correcto de texturas, y la implementación
de distintos efectos para una mejor comprensión
de nuestro croquis.
Hemos
hablado, en entregas anteriores del tratamiento
gráfico con que se puede modificar una técnica
de croquis, y todas sus variables posibles de ser
utilizadas de distinta manera. Dicho tratamiento
gráfico siempre va acompañado de
distintas situaciones donde la trama,
el valor lineal, el color,
la textura son completamente esenciales
en lo que respecta al grado de realismo.
Es decir que, al intentar completar y complejizar
la representación,
resaltando el clima arquitectónico el dibujante debe
servir de determinados parámetros de manipulación del dibujo.
Cuando recurrimos al lenguaje tridimensional de la perspectiva, nos
vemos obligados a manejar un determinado repertorio expresivo de gran
valor comunicativo,
que potencia nuestro croquis con mucha mayor identidad de lo que queremos
mostrar. En términos espaciales, decimos que el croquis es un sistema
de representación que nos debe permitir admirar y reconocer las características
de un objeto arquitectónico en estado de proyectación, a efectos
de volverlo comprensible y construible.
Cabe aquí analizar entonces, lo esencial de los aspectos gráfico-visuales
del dibujo: al bocetar es imperioso incluir grafismo y texturas que representen
la gestalt de las formas del espacio que estamos proyectando, solo así podremos
ejercer un certero control sobre las variables que interactúan todas
al mismo tiempo en el proceso del dibujo.
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