[Por
arq. Roberto J. Rimoldi] El
mayor auge de los últimos tiempos, además
de los countries son los barrios
cerrados. Si bien a todas luces parece ser
unas de las mejores soluciones para poder vivir en
armonía con el verde, no todo lo que se cuenta
es oro.
Para
empezar, hay decir claramente que no cualquiera puede
vivir en ellos, por la sencilla razón que estos
diseños urbanos por su filosofía, se
aíslan del resto de la urbanización;
además conforman también por su diseño
un tapón a las tramas urbanas del lugar.
La
diferencia entre el country y el barrio, es que los
primeros en general no son vivienda permanente y cuentan
con un equipamiento e infraestructura importante, mientras
que los segundos sólo poseen el perímetro
de protección y la custodia como cualquier edificio
de departamentos.
Hasta
aquí, la mera descripción de las diferencias
físicas de dos modernas soluciones de hábitat,
sin embargo existen otras cuestiones más importantes
para pensar antes de decidirse a una inversión
inmobiliaria de este tenor.
¿QUÉ PASA
EN LA VIDA DE UN BARRIO DE CIUDAD?
Si Ud. vive en departamento es probable que sólo conozca a alguno de sus
copropietarios, a varios de los comerciantes de la zona con los cuales establece
algún tipo de relación. Su barrio estará mejor o peor que
otros dotados de equipamiento comunitario, a saber, comercios, farmacias, restaurantes,
médicos, escuelas, transportes, etc.
El
grado de seguridad se hallará mejor o peor que
en otros lugares, y Ud. y sus hijos contarán
con mayor o menores riesgos, y en definitiva, viva
en departamento o casa tendrá una mayor o más
placentera vida armonizada por todos estos elementos
descriptos, que son en definitiva todas las necesidades
que debe tener un ser humano para vivir dignamente.
¿QUÉ PASA
EN EL BARRIO CERRADO?
La
mayoría, como ya lo hemos descripto sólo
cuentan con el tema seguridad resuelto, pero el resto
de los elementos que hacen a la vida diaria, son pocos
los que lo han considerado. Por ello es importante
a la hora de decidir cual es el estilo de vida que
la familia completa ha decidido desarrollar.
Generalmente
el hombre trabaja en centros importantes, se lleva
el auto y vuelve como sucede casi siempre agotado.
El poder gozar del verde y del espacio para él
es una panacea.
La
mujer si no trabaja permanece en el barrio distante
de muchos lugares que son sin lugar a dudas parte de
su distracción, de su intercambio social. Si
en cambio trabaja tiene las mismas condiciones que
el hombre, pero deben coincidir en horarios o cada
uno tener su medio de transporte para poder tener libertad.
Sin
embargo, la problemática mayor se nos presenta
en los imprevistos, pues es ahí donde nos damos
cuenta al igual que en cualquier barrio que falencias
posee y que las mismas no sólo van en la falta
de transporte, si no en la ausencia de comercios equipados
y cercanos que puedan solucionar a pie cualquier problema,
en la necesidad de la urgencia médica, en el
riesgo de llegar hasta al barrio por hallarse aislado
del resto urbano y estar insertado generalmente en
un páramo.
En
definitiva, el vivir en un barrio cerrado hace que
exista, guste o no, en una especie de espacio segregado
al igual que en otros tiempos eran los Burgos o fortalezas
donde habitaban diferentes conglomerados humanos.
Por
ello, hay que saber reflexionar a tiempo que no cualquier
tipo de familia puede vivir en este tipo de soluciones,
máxime si uno posee hijos adolescentes donde
buscan la diversidad, lo nuevo y además necesitan
la distracción y la educación.
Es
menester saber y analizar todos estos elementos que
conforman la vida de cada familia, para evitar crisis
que puedan desembocar en una compleja solución.
Los
espacios verdes, son el gusto de muchos de los que
se atormentan con la ciudad semanalmente, sin embargo
no todo es tan simple. Todavía existen barrios
que tienen escasas densidad poblacional, poca densidad
edilicia, buenos medios de transportes y buenos servicios
urbanos (llámese escuelas, hospitales, comercios,
etc), lo que hace posible vivir lejos del ruido, cerca
del verde, pero inmerso en medio de la urbanización.
De la misma manera que no todos pueden adaptarse a
los Departamentos, también
existen personas a las que le es difícil vivir aislada de lo que produce
una sociedad diariamente. No pequemos nuevamente con estas soluciones como ya
sucedió cuando aparecieron los conjuntos habitacionales a los que prácticamente
obligamos a toda persona, para luego darnos cuentas que las soluciones masivas
nunca son buenas y que terminan siendo segregaciones de la ciudad.
La mayor relación social la produce la calle. Es el mejor vinculo entre
los desconocidos, pues es un terreno neutral en el que nadie arriesga nada personal.
Luego de más de 30 años de haber ejecutado conjuntos habitacionales
donde esa función era segregada, nos dimos cuenta que gran parte de las
situaciones críticas eran producto de ese elemento tan sin importancia,
pues allí se producían los mejores contactos.
Quien de nosotros, los mayores de 40 años, no se hizo amigo del chico
de la otra cuadra, quien de nosotros no conoció a su primera novia en
la salida del colegio, quien no jugó un partido de fútbol en plena
calle, quien no se paró a hablar con el diariero de la esquina y conoció sus
alegrías y tristezas, quien si no quien, compró un ramo de flores
en la esquina y se quedó hablando de fútbol.
Si
pagamos impuestos, si tenemos representantes legislativos,
no debemos bajar los brazos y decir que nuestra única
solución es vivir en barrios cerrados, si no
luchar por mejorar los servicios de recolección
de residuos, el alumbrado público digno y eficiente,
por una ciudad limpia comprometiéndonos a no
ensuciarla, por una seguridad que nos de tranquilidad
cierta, y que nuestros barrios socialmente se conviertan
en verdaderas vidas placenteras como la que hace años
vivíamos en los barrios compartiéndola
con nuestros vecinos.
La
vida moderna poco a poco nos está llevando a
aislarnos, como si comenzáramos a rodar hoy
la historia de los pueblos, no vaya a ser que dentro
de poco comencemos a pelear por dominar los unos a
los otros.
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