Por Francisco Emmanuel Montoya López (Estudiante de Arquitectura en la Universidad Autónoma de Querétaro). Las ciudades se han entendido como un punto de desarrollo para sus habitantes, esto por el atractivo económico que generan, sin embargo, deben ser entendidas como un resultado de la interacción social que existe entre sus usuarios. Este resultado social se trabaja mediante la gobernanza que llevan a cabo de manera activa los gobernantes y gobernados. Lo que se busca es llegar a acuerdos y negociaciones de ambas partes para la definición funcional social del suelo.
El espacio público es parte de la ciudad y juega un papel importante en el desarrollo social y construido de las ciudades. Para comprender aún más el espacio público en la ciudad se toma en cuenta que forma parte de un sistema y se analiza de manera holística, de esta manera se llega a un entendimiento desde varias perspectivas que influyen en su planeación, proyección y construcción.
Se debe entender que no existe una definición universal de este espacio por lo cual se estudia de manera individual y que tiene un contexto único en el que se desenvuelve de manera dinámica por los actores que lo habitan.
Durante el siglo XX, en nuestras zonas rurales existía la plaza-jardín del pueblo o la casa ejidal que era administrada en su mayoría por el gobierno o la iglesia. Aunque aún existen comunidades con esta administración del espacio público, hoy se están generando centros comunitarios administrados por los mismos habitantes, donde participan ONG’s, instituciones educativas públicas y privadas que son catalizadores y aportan el aspecto técnico para generar un trabajo social que dé un trabajo social colaborativo dando resultados tangibles.
Resulta ajeno que se quiera aplicar técnicas de diseño participativo y colaborativo, se cree que al estar en la ciudad eso no funciona. Se está repitiendo la misma situación del pasado donde la institución gubernamental se encarga de proyectar, diseñar y construir el espacio público sin un estudio previo de las necesidades y actividades que se necesitan resolver.
Esta sociedad urbanizada y que habita en la gran urbe se ve en la necesidad de adaptarse a espacios públicos ajenos impuestos por moda, o ignorancia de gobernanza.
Se debe entender que la sociedad y el gobierno tienen la responsabilidad de trabajar en conjunto para generar espacios que respondan a procesos sociales y condiciones ambientales locales.
Desde 1961 la autora llamada Jane Jacobs describió el problema que existe entre la congruencia del diseño y la realidad de los usuarios. Esta autora sigue siendo atemporal a nuestra actualidad. En el 2021 continua el problema de crear espacios públicos ajenos a los habitantes de las urbes, donde se están generando propuestas adoptadas de otras naciones que no corresponden a los ejes culturales, sociales, económicos y medioambientales de los participantes locales.
El espacio público forma parte vital de una ciudad, porque ahí convergen distintos tipos de usuarios y da como resultado una expresión social. La ciudad con sus calles y edificios históricos no tienen sentido propio al no ser experimentados por la sociedad.
Para eso se expondrán tres conceptos de espacio público, analizándolos concluiré con un concepto propio.
«El espacio público como concepto jurídico es un espacio sometido a una regulación específica por parte de la administración pública, propietaria o que posee la facultad de dominio sobre el suelo y que garantiza la accesibilidad a todos y fija las condiciones de utilización y de instalación de actividades» (Borja, 2003, p. 122).
El primer concepto está relacionado a una pertenencia gubernamental. En efecto, el suelo tangible es propiedad del gobierno, y tiene la responsabilidad de transformarlo en un «parque», un «centro deportivo», un «jardín». Se encuentra una objeción cuando el autor dice: «Fija las condiciones de utilización y de instalación de actividades». La autoridad competente no es responsable imponer el comportamiento, las actividades y la organización dentro de ese espacio, son los habitantes quienes deben participar en el proceso de transformación de ese predio.
Se ha acostumbrado a que el gobierno debe proponer los proyectos que se cree funcionaran en la ciudad. Pero los participantes son los que se apropiaran socialmente de este proyecto, el gobierno debe escuchar y hacer partícipes a los beneficiarios de estos espacios públicos.
El espacio público se ratifica, así como «un lugar de encuentros y desencuentros que, a través de las múltiples interacciones entre los elementos físicos y sociales, va recreando en la cotidianidad de sus habitantes, una imagen sobre sí mismo» (León, Blanco y Collogo, 2018, p. 44).
El siguiente concepto describe el resultado de diseñar y proyectar en base a las experiencias de la gente. Cuando un espacio genera relaciones sociales y propicias actividades que la comunidad realiza, se convierte en público. Esté resultado es el conjunto de elementos tangibles (construidos) e intangibles (sociales), que se entrelazan y generan una convivencia armónica.
Esto se explica con un ejemplo simple: El arquitecto urbanista propone juegos infantiles para que todos los niños se diviertan. Como gobierno, institución, contratista o profesional son egoístas a los deseos borrosos de un espacio. Después están esos juegos infantiles abandonados y deteriorados porque resulto que la comunidad es joven-adulta y no tenían niños. Pero se predispone a que un espacio público lleva bancas, juegos y pasto; cuidado si se contradice porque son prepotentes al afirmar que eso funcionara, porque son los que estudiaron y tienen el presupuesto para construirlo.
«El espacio público es por definición multidimensional y engloba muchos usos y usuarios y, en ocasiones, por diversas razones, como se ha mencionado hasta ahora, está infravalorado. Por otro lado, el aumento del uso del espacio público en la red (redes sociales) destaca un aumento en la conciencia del espacio público» (Maria Androulaki, 2019).
El espacio público es complejo de entender por los distintos participantes que convergen en él. Pero si se le agrega que tiene una irrelevancia a nivel estatal en cuestión de inversión, da como resultado una ciudad fragmentada y se tiene queretanos desconocidos que solamente van a trabajar y regresan a sus casas.
El espacio público debe ser prioridad para las instituciones correspondientes, siempre tomando en cuenta la participación activa y trabajo social de los usuarios para dar como resultado relaciones sociales entre los participantes. Este es el concepto al que se llegó, y es de afirmar que no es concepto lineal que prevalecerá por 5 años. Las comunidades y la sociedad cambian, debe estar siempre atentos a las necesidades y actividades de los usuarios.
Este texto busca la concientización de profesionales y gobernantes para evitar caer en paradigmas viejos del espacio público. La solución de proyectos arquitectónicos se encuentra en el trabajo social con la comunidad, el aspecto tangible es un elemento adicional. Se debe entender que los usuarios son participes del proceso, diseñó y ejecución de un proyecto.
Acerca del autor
Francisco Emmanuel Montoya López. Estudiante de la Universidad Autónoma de Querétaro, Licenciatura de Arquitectura con Línea Terminal en Diseño Urbano de 10º Semestre.
Imagen por Andrea Leopardi via Unsplash