La reciente prolongación de la Autopista Illia reaviva el postergado debate sobre la realización de la llamada Autopista Ribereña. Este tramo faltante, de sólo 7 km, generaría múltiples soluciones de transporte para Buenos Aires, con la vinculación faltante entre el eje vial norte-sur y la Autopista del Oeste. Tendría enorme trascendencia para la calidad de vida de los porteños y evitaría que siga ascendiendo el sobrecosto por su dilatación, desde que fue licitada, estimado en más de 1800 millones de dólares. Esto llevó a un grupo de ingenieros y urbanistas reunidos por el Instituto del Transporte de la Academia Nacional de Ingeniería y el Foro de la Ingeniería, a realizar en el último año un análisis de alternativas de trazado y factibilidad. A través del método de matriz multicriterio se expusieron las principales propuestas que han tomado estado público en más de 20 años. El estudio concluyó a través de múltiples consideraciones que la opción de trazado por la Costanera, en sus versiones semi trinchera o entubado, es la más conveniente.
El proyecto de la llamada Autopista Ribereña -postergado hace más de 20 años, tuvo un paso más hacia su concreción en estas últimas semanas, con la reciente inauguración de la prolongación de la Autopista Illia, uniendo los tramos a la altura de la Av. Sarmiento hasta la Av. Cantilo. Este nuevo tramo suma tres kilómetros a la anhelada continuidad del eje norte-sur uniendo la autopista La Plata-Buenos Aires y la autopista 25 de Mayo por el sur, con la autopista Illia hacia el norte, atravesando el centro de la ciudad. La Autopista Ribereña completaría el trazado, con otros 7 km. de tramo. Este proyecto está presente en todos los planes para el área metropolitana desde 1962 y se debate desde que fue licitada hace más de 30 años, y especialmente desde el surgimiento de Puerto Madero, sin una solución definitiva sobre su trazado y materialización.
La carencia de esta vital conexión urbana genera día a día la congestión de las arterias del centro de la ciudad y de Puerto Madero, con un tránsito diario que podría eludirlas, ya que realizaría viajes pasantes en sentido norte sur. Para tener una primera noción de lo que significaría contar con la Autopista Ribereña, cabe destacar que permitiría cruzar la Ciudad de Buenos Aires desde Avellaneda hasta Vicente López en sólo doce minutos, cuando hoy puede superar una hora. Desde el Consejo Profesional de Ingeniería Civil –CPIC– se vienen destacando las ventajas que conllevan esta solución y el enorme costo de seguir dilatando su concreción: “Aliviaría enormemente el derrame de tránsito de toda la red de autopistas y del Área Central de la Ciudad, atenuando la contaminación creciente y generando un considerable ahorro de combustible. Por otra parte la Autopista Ribereña mejoraría la accesibilidad tanto al sistema portuario como a los centros de trasbordo de Retiro y otros transportes públicos urbanos. Permitiría la construcción de miles de espacios para estacionamiento subterráneo y disponer una suerte de park-and-ride por parte de los usuarios de las autopistas, transbordándose a los medios de transporte público, sin cargar el fluido vehicular urbano. No obstante, cuanto más se dilata su ejecución, más se elevan los costos de no haber realizado la obra, que ya ascienden según estimaciones, a 1800 millones de dólares”.
Resultados del análisis multicriterio de propuestas
En los últimos 20 años surgieron 26 proyectos que han tomado estado público por un serio desarrollo -incluido el original como autopista elevada entre las avenidas Huergo y Madero-, intentando compatibilizar la necesidad de esa arteria con las restricciones urbanas, ambientales y técnicas del entorno que debía atravesar. No existe aún una decisión oficial ni medidas en marcha que permitan decidir sobre uno de ellos y su proceso de ejecución. En el último año un grupo de destacados ingenieros, arquitectos y urbanistas reunidos en conjunto por el Instituto del Transporte de la Academia Nacional de Ingeniería y el Foro de la Ingeniería, desarrollaron y discutieron un estudio con un enfoque denominado Multicriterio, que permite valorar la importancia de cada una de las cuestiones y luego establecer cómo cada alternativa califica conforme a estos criterios, obteniendo una calificación general ponderada.
Para definir la alternativa más conveniente de Autopista Ribereña, seleccionaron 13 de las 26 propuestas. Si bien las calificaciones son eminentemente subjetivas, la recomendación es racional porque se obtiene de una metodología eficaz y equilibrada. En la comparación se ponderan factores como costos constructivos y de operación de vehículos, el impacto ambiental y urbanístico, la seguridad de circulación. Fundamentalmente se valoran las ventajas para los usuarios pero también para los no usuarios de la autopista, por el alivio en el tránsito que generaría en todo el corredor, extensivo hasta la 9 de Julio.
El informe resultante describe que las alternativas más ventajosas son las que desplazan el trazado hacia el Este, eludiendo la franja más desarrollada de Puerto Madero. Estas variantes minimizan el impacto ambiental y los costos de construcción. Si no existiera la restricción al uso de tierras de la Reserva, el trazado por allí, en trinchera o a nivel, sería el de menor costo. Pero si se acepta la existencia de esa restricción, la alternativa más conveniente es la que recorre bajo nivel la Avenida de los Italianos, ex Costanera Sur. El empalme con la Illia se lograría atravesando en túnel la dársena Norte y emergiendo en viaducto en la avenida Castillo. De esta forma, se evita la Villa 31 y se empalma con la Illia en la estación de peaje. Salvo la por la Reserva, la alternativa que ha obtenido la más alta calificación es la denominada N°24, con un trazado en túnel bajo Bulevar de los Italianos. Esta alternativa es el resultado de varias intervenciones sucesivas, de OCCOVI, del trabajo del Arq. Mario R. Álvarez con la aprobación de parte de prestigiosos arquitectos como César Pelli y Andrés Borthagaray, y el Instituto de Transporte de la Academia Nacional de Ingeniería.
El primer tramo se desarrolla en un trazado en túnel bajo el espacio entre el Bulevar de los Italianos y la avenida Giralt-Achával Rodríguez. En el extremo sur se vincula la autopista Buenos Aires-La Plata mediante un distribuidor tipo trompeta, que continúa en viaducto, paralelo a la Av. Rawson de Dellepiane que desciende hasta entrar en túnel en la intersección de esa avenida con la Av. Calabria. En este punto se plantean ramas de entrada y salida en ambas direcciones, con conexión con las avenidas Calabria y Costanera Sur. Siempre en túnel, para evitar el relleno de parte del Antepuerto, atraviesa y emerge en viaducto en la Av. Presidente Castillo para empalmar con la Autopista Illia antes de la plaza de peaje. Esta alternativa permite el planteo de dos variantes, una de dos túneles de 15 metros de diámetro exterior, que posibilitan la existencia de tres carriles cada uno y otra de cuatro túneles de 12 metros con cuatro carriles por dirección.
Entre los aspectos favorables que lograron la máxima calificación, vale mencionar que la construcción en túnel profundo en la mayor parte de su recorrido evita las interferencias y conflictos con el espacio urbano a nivel. El trazado elegido representa solo una extensión de aproximadamente el 10% adicional sobre la traza original que es la de menor recorrido, sortea la Villa 31 y no afecta la Reserva Ecológica. No interfiere con los sectores de congestión de tránsito y permite el reordenamiento del tránsito liviano de Puerto Madero y Retiro. La etapa de construcción del túnel en profundidad puede realizarse con bajas interferencias para el área urbana que atraviesa. La entrada a Puerto a través de Av. Ramón Castillo se realiza en forma directa sin utilizar el intercambiador original que está afectado por la expansión de la Villa 31. Permite la utilización del túnel para la ubicación de ductos y la construcción de estacionamiento subterráneos en la traza.
Los profesionales que elaboraron este informe concluyen que la más poderosa de las razones para concretar la Autopista Ribereña, más allá de todas sus soluciones, es que mejorará exponencialmente la calidad de vida de los habitantes de esta ciudad y de su área metropolitana, a través de un tema tan vital como es su transporte diario. Si se recupera una razonable seguridad jurídica, hay claras posibilidades de convocar a inversores privados sin recurrir a las agotadas arcas presupuestarias de la Ciudad o de la Nación. La concreción de la autopista ribereña se constituye en un test de la capacidad de nuestro país para retomar la senda de la modernidad.
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