Nota por Arquitecta Stella Dillon, titular del DT Joven, una división de Dillon Terzaghi Arquitectura y Obras & Desarrollos SA.
Las adoradas piletas dejaron de ser un accesorio para uso en verano sino que pasaron a incorporarse al diseño y tipo de construcción de la casa.
No se piensan como una parte aislada sino que se la incorpora al resto de la vivienda. ¿La tendencia? Principalmente esa. Se usa la pileta integrada, vinculada con la galería de una casa.
Hay muchos accesorios, terminaciones nuevas y hay que lograr relacionarlo estéticamente en materiales y estilos con el resto de la construcción.
Recomendaciones sobre color, revestimiento, medidas, formas, diseño, ubicación, contexto y demás, se hacen con la intervención de un arquitecto y ya no solamente con una empresa constructora de piscinas.
Ahora el profesional interviene, en la mayoría de los casos, desde los planos iniciales de la casa para lograr justamente integrar el diseño y darle armonía funcional conjunta y no aislada.
Los estilos son variados y en el mercado se encuentra mucha variedad, pero como última moda se usan las formas no convencionales con objetos originales, bancos, playitas y desbordes.
Hay mil maneras de que la pileta juegue con la casa y de eso se trata. La iluminación bien pensada, es una de las claves.
Tanta es la variedad que de igual manera ocurre lo mismo con los precios. Una pileta clásica de 4×9 m sin revestir y con un solárium de máximo 20 m2 cuesta alrededor de $ 90.000 y desde esta base para arriba, se disparan los valores para agregarle originalidad en sistemas, usos, comodidades y diseños.
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