Decretado por la UNESCO, cada 16 de mayo se celebra en todo el mundo el Día Mundial de la Luz, una ocasión especial que nos invita a reflexionar sobre el papel fundamental que la luz desempeña en nuestras vidas.
Esta fecha tiene como objetivo promover y dar a conocer la importancia de los avances y aportes de la luz para el desarrollo en todos los campos y facetas de la vida de los seres humanos y entre estos está la visión.
En los últimos 120 años, con el advenimiento de la luz eléctrica, la sociedad ha cambiado sus formas de exposición a ella, produciendo lo que se conoce como contaminación lumínica. Además, el uso de la nueva tecnología de televisores, computadoras, celulares y todo tipo de pantallas hace que las personas tengan mayor hábito de exposición a luz LED artificial lo cual, por el tipo de iluminación, puede ser perjudicial para la visión. Y es en este escenario donde la luz natural pasa a tener un rol clave que permite contrarrestar los efectos nocivos de la luz artificial.
Bajo esta premisa, la luz ambiental particularmente en edificios escolares ha sido tema de interés durante muchos años, ya que la exposición a la luz natural está asociada directamente con la salud de los ojos de los estudiantes. A mayores niveles de luz exterior, son menores las tasas de miopía. La medición de los niveles de luz en los ambientes educativos puede ayudar a tomar decisiones que tengan impacto directo sobre el nivel de aprendizaje y el bienestar escolar en general.
Como parte de todos los esfuerzos e investigaciones al respecto el argentino Cristián Rizzi Iribarren, especialista en tecnología y educación, profesor de la Especialización en Educación en Ciencias de la Universidad de San Andrés, nieto, sobrino y primo de oftalmólogos, creó en octubre de 2023 el proyecto de ciencia ciudadana «Ambientes Vivos», en el marco de su materia «Nuevas Tecnologías en la Enseñanza de las Ciencias», con el objetivo de explorar las condiciones de aprendizaje en las escuelas, a través de la medición de los niveles de luminosidad y ruido en aulas, salas, patios, y otros espacios físicos de aprendizaje en entornos escolares. «Ambientes Vivos es un proyecto de ciencia ciudadana donde los docentes, a través de una app móvil relevan datos del nivel de luminosidad y de ruido en los ambientes escolares para elaborar un mapa colaborativo con el cual luego poder tomar decisiones relativas a la iluminación en las aulas y a la importancia de controlar la contaminación acústica», comenta Rizzi Iribarren.
Al día de hoy ya son más de 80 escuelas y otros tantos docentes los que han utilizado la app realizando mediciones en los diferentes espacios en sus edificios educativos. Si bien el proyecto durante 2023 transitó una etapa de prueba, pudieron obtenerse algunos resultados, aunque totalmente provisorios:
– Luminosidad promedio de las aulas está por debajo de lo recomendado por OMS (300-500 Lux medida de luminosidad), es decir, la cantidad de luz que pasa a través de una superficie o llega a la vista.
– Escuelas semi-urbanas con mayor luminosidad que urbanas.
– Las escuelas urbanas muestran un menor nivel de luminosidad, pero datos más homogéneos que las semi-urbanas.
– Escuelas de gestión pública mayor luminosidad que las de gestión privada.
Estos primeros datos relevados muestran ciertas tendencias, las cuales hace falta continuar explorando a partir de una mayor participación en el proyecto, con mayor diversidad de tipos de escuelas y docentes. Se espera que el 2024 sea el año de lanzamiento oficial del proyecto, que permita hacerlo masivo y así lograr la participación de mayor cantidad de escuelas y docentes.
Si se tiene en cuenta que la luz natural y el aumento de actividades al aire libre ayuda a combatir la miopía en las aulas, «Ambientes Vivos» se convierte en una herramienta fundamental para conocer y analizar la arquitectura escolar, su grado de luminosidad y a partir de esos resultados poder tomar medidas y decisiones con respecto a la exposición de los alumnos a la luz solar.
El proyecto «Ambientes Vivos» tiene por objetivo:
– Que docentes y personas interesadas utilicen una app en un dispositivo móvil para relevar datos significativos en sus entornos de aprendizaje.
– Promover el intercambio de datos y experiencias entre docentes para construir redes colaborativas de aprendizaje.
– Fomentar aprendizajes significativos acerca de las condiciones de aprendizaje de nuestros ambientes escolares.
– Experimentar la importancia de la Ciencia para el abordaje de problemas de relevancia social.
– Conocer la importancia de la buena iluminación en las aulas y del bajo nivel de ruido.
– Analizar datos para caracterizar y evaluar los ambientes de aprendizaje.
Miopía: la nueva pandemia
«Por la poca luz natural a la que los niños están expuestos, estos se estarían volviendo miopes a ritmos más rápidos. La luz brillante del sol hace que las retinas liberen más dopamina, una sustancia que permite el correcto desarrollo del globo ocular. Uno de los factores ambientales que hace que los chicos se vuelvan miopes es el estar adentro, en lugares cerrados o sin luz natural», comenta el Dr. Rizzi Iribarren, investigador de Novar, empresa de lentes oftálmicas. «Una de las maneras de evitar la miopía es que los niños salgan afuera dos horas por día, estando al aire libre de preferencia a la sombra o cubiertos por los rayos UV. Es la gran luminosidad que hay en los espacios abiertos la que previene la miopía y no el sol directo que podría ser dañino para la piel. En China, por ejemplo, los niños pasan gran parte del día con pantallas, sin salir al exterior y adentro de las escuelas y los departamentos, lo que generó un aumento considerable de miopía en los últimos 30 años con su desarrollo urbanístico. Y la pandemia fue una causa más de encierro», agrega Iribarren.
Miopía significa, en general, que el ojo es más largo de lo que debería ser. En lugar de medir 23 milímetros en el niño mide 25 o 26 milímetros y está desenfocado porque la retina está más atrás. Si un niño de 10 años ya tiene miopía, ya tiene el ojo más largo y su ojo va a seguir creciendo. Lo que hay que lograr es que ese ojo no siga creciendo por eso es clave el uso de lentes que eviten esa progresión. La miopía más importante de prevenir suele aparecer entre los 7 y 12 años, aunque puede evidenciarse antes e incluso aparecer de más grande en la adolescencia y juventud. «Es muy importante que los niños cuyos padres sean miopes cumplan con los controles oftalmológicos una vez al año. Y lo mismo con aquellos que no tienen antecedentes familiares, porque el cambio de la vida rural a la urbana hizo que los más pequeños estén mucho tiempo encerrados leyendo con luz artificial, ya sea por exigencias del colegio o por placer», destaca Iribarren.