Por Luis Arsenio Sánchez, Director Ejecutivo en CPASA. Son muchos los factores que influyen para que determinadas áreas de las ciudades pierdan atractivo; pero, sin duda, la antigüedad de sus edificios es uno de los que más afecta. El deterioro de los inmuebles debido al paso de los años e incluso por el abandono por parte de las autoridades competentes puede ser determinante para que sus propiedades colindantes sufran una devaluación económica que afecta a todos los que hacen vida en ese sector.
Dinamizar una zona y aumentar su valor no solo a nivel comercial sino también urbanístico constituye un verdadero desafío; una tarea titánica, pero no por ello imposible. A lo largo de los años hemos sido testigos de cómo lugares con muy poco atractivo han logrado transformarse en verdaderos centros de actividad que han generado réditos tanto para los vecinos como para comerciantes y autoridades.
La revalorización de un sector es el deseo de muchos barrios, ayuntamientos y ciudadanos. Residir o trabajar en un ambiente que vaya tomando esplendor con el paso del tiempo es sin duda un factor que beneficia a todos los que allí viven o trabajan. Si bien es cierto que en ocasiones se habla de una “zona de moda” en determinado municipio o ciudad, ese término no es achacable a la suerte, pues detrás de esa “moda” hay un trabajo y esfuerzo realizado especialmente por promotoras y empresas que deciden apostar por esa zona para que gane valor frente a otras.
Las empresas promotoras estudian las posibilidades de los barrios y les dan vida con la construcción de nuevos edificios residenciales, de oficinas o de uso comercial o de ocio. Pero el objetivo de dinamizar una zona no tiene en la construcción la única vía posible, la regeneración de antiguos edificios es otra de las herramientas de las que disponen para devolver el esplendor pasado a determinadas áreas en las que el paso del tiempo ha hecho mella. Recuperar estos edificios y la vida de estas zonas es un reto difícil pero apasionante.
Son muchas las ciudades en las que podemos encontrar algunos de estos edificios abandonados, prácticamente en ruinas, que se encuentran al lado de otros en buen estado. Algunos han sido verdaderas joyas arquitectónicas que, de ser regenerados, podrían devolverle el esplendor al lugar en el que se encuentran; otros están en tan malas condiciones que representan un peligro para los vecinos. En todos estos casos, se hace necesaria la intervención de empresas promotoras que trabajen por regenerar y mejorar ese entorno preservando sus valores originales.
A todas luces, este deseo común con el que comenzábamos no debe dejarse al azar. El objetivo de revalorizar una zona es una tarea de la comunidad que la forma: vecinos, trabajadores, comercios, empresas, autoridades… todos estos actores debemos ponernos en marcha y trabajar codo con codo para conseguir dar la vuelta a zonas deprimidas y brindarles esa ansiada revalorización. Se trata de un proceso en el que ningún actor tiene más peso que otro; la perfecta sincronización entre ellos y el engranaje de sus trabajos y esfuerzo es la forma idónea de obtener esa recompensa, por eso es importante que todos juntos afrontemos el reto de revalorizar nuestra zona.
Imagen por Seyfettin Dincturk via Unsplash