Mientras la ciudad de Buenos Aires crece como megalópolis, se acentúa la necesidad de un proyecto latente y largamente postergado, la Autopista Ribereña. Desde el Consejo Profesional de Ingeniería Civil -CPIC- destacan que un tramo de sólo cinco kilómetros ofrecería múltiples soluciones urbanas, conectando el eje vial norte-sur y la Autopista del Oeste. Aliviaría enormemente el derrame de tránsito de toda la red de autopistas y del Área Central de la ciudad, atenuando la contaminación creciente y generando un enorme ahorro de combustible. El CPIC advierte que cuanto más se dilata su ejecución, más se elevan los costos de no haber realizado esta obra imprescindible para la ciudad.
La denominada “Autopista Ribereña” completaría el tramo faltante del sistema de autopistas urbanas que convergen sobre el Área Central de Buenos Aires. Permitiría, entre otras soluciones, conectar la Autopista Illia en el área de Retiro, con la Autopista Buenos Aires-La Plata a la altura del Dique 1 de Puerto Madero. Otra posibilidad que brindaría es la conexión con la Autopista 25 de Mayo que llega desde el Oeste, cerrando los anillos viales e integrando el sistema de Accesos del norte de la ciudad con los que provienen del Sur y del Oeste. De modo tal que aliviaría enormemente el derrame de tránsito de toda la red de autopistas, y del Área Central de la ciudad, como así también el movimiento del tránsito pesado en el borde Este.
El Consejo Profesional de Ingeniería Civil detalla algunos de los problemas que resolvería la ejecución de esta obra: “Se podría obtener la continuidad norte-sur para el tránsito pasante, aliviar la congestión del tránsito liviano sentido norte-sur, que se incorpora especialmente por Paseo Colón-Lenadro N. Alem y canalizar el tránsito con origen y destino a la Terminal de Ómnibus de Buenos Aires, permitiendo un acceso directo a ellas. Por otro lado, permitiría crear un par circulatorio entre las actuales avenidas Alicia Moreau de Justo y Huergo, así como dar solución definitiva a la actual congestión del nudo Brasil-Huergo-Garay para el tránsito que ingresa o egresa a este sector de la ciudad por las autopistas Buenos Aires-La Plata y 25 de Mayo. Por otra parte la Autopista Ribereña mejoraría la accesibilidad tanto al sistema portuario como a los centros de trasbordo de retiro y otros transportes públicos urbanos. La mayoría de las alternativas permiten la construcción de estacionamientos subterráneos en la zona comprendida entre Alicia M. de Justo y Huergo-Madero, a costos razonables si se piensa en dos niveles de subsuelo, ya que la capacidad podría alcanzar las 8.000 cocheras construidas. Esto permitiría una suerte de park-and-ride por parte de los usuarios de las autopistas, transbordándose a los medios de transporte público, sin cargar el fluido vehicular urbano”.
Al mismo tiempo, el CPIC advierte: “No obstante, cuanto más se dilata su ejecución, más se elevan los costos de no haber realizado la obra. Por caso, hay que recordar que los primeros proyectos presentados para la realización de la autopista, coinciden con la época en que Puerto Madero todavía pertenecía a la jurisdicción portuaria, por lo que se trataba de una autopista dentro del puerto. Sin embargo, en 1989 el Poder Ejecutivo creó la Corporación Antiguo Puerto Madero y los terrenos que corresponden a la traza de la Ribereña fueron transferidos a la misma, generando nuevas situaciones urbanas que incidieron en los proyectos originales. Los cambios significativos en la morfología de ese sector de la ciudad y las actividades que se ha expandido en los últimos 15 años, imponen la reconsideración del espacio. El costo de dilatar esta obra oportunamente es enorme.
Con solo considerar la disminución en los tiempos de viaje y la menor congestión, se hubiera logrado un aumento considerable de la calidad de vida de los ciudadanos. Asimismo, hay estudios sobre la disminución de contaminación que se hubiera logrado, por menor emisión de gases que también aceleran el efecto invernadero. Otras ventajas a ponderar son el menor consumo de recursos energéticos no renovables, e independientemente, las mejores condiciones de seguridad que se lograrían. En el año 2000 los nuevos planos de zonificación establecieron el área que hoy se conoce como Reserva Ecológica con la consecuente limitación constructiva. Asimismo, las villas que circundan la zona, crecieron espectacularmente, a tal punto que se registraron en el último censo de 2009, 27 mil habitantes solo en la Villa 31, y en 2012 la población se había multiplicado a 40 mil. Asimismo, se deben poner en consideración otros factores limitantes que podrían robustecerse con el tiempo: plazas circundantes, el propio código urbano referente a Puerto Madero y la preservación de su valor arquitectónico, y las restricciones propias del subsuelo que actualmente advierte una complejidad de redes de desagües pluviales y cloacales de grandes dimensiones”.
“En conclusión, la resolución del proyecto de la Autopista Ribereña resulta una necesidad latente y urgente, siendo hoy el momento para la realización de la obra. Al menos si no queremos lamentarnos luego por los beneficios que no obtuvimos o por la imposibilidad de realizar lo que hasta ayer era posible. Múltiples son las razones que hacen viable y sumamente beneficiosa la ejecución de esta obra. Por ende, no exageramos al calificarla de “imprescindible”, atendiendo a la serie de ventajas que su construcción acarrea. Este Consejo hace votos, y brinda una vez más su capacidad técnica, para colaborar en la concreción definitiva de la mejor alternativa. Será para el beneficio de nuestra ciudad, de la región y del país todo”, explican desde el CPIC.
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